Mostaza
La mostaza viene confiriendo su fragancia a la comida desde hace miles de años: los antiguos egipcios, griegos y romanos solían romper sus semillas entre los dientes durante las comidas, y los romanos la usaban también para conservar verduras: sus nabos encurtidos en mostaza fueron los predecesores del sazonado piccalilli. Con el correr del tiempo se descubrió que la mostaza ayuda a la digestión, se llegó a comerla especialmente con los platos de cerdo y con queso, del cual se pensaba que «caía pesado al estómago». También tuvo su lugar en la medicina hogareña: se aplicaban cataplasmas de mostaza caliente para aliviar dolores articulares, lo