Zanahorias

Libro de cocina
[Gastronomía]


Tiempo aproximado de lectura (en minutos): 2

Pueden ser pequeñas y delgadas, de un color albaricoque pálido y no más largas que el dedo meñique, como largos y robustos cilindros de color naranja o de un tono melocotón oscuro.

Las zanahorias pequeñas y tiernas tienen un sabor muy delicado.

Lavadas y cocidas durante no más de siete minutos en agua hirviendo, y servidas después con mantequilla y perejil picado, son uno de los platos que celebran la entrada del verano.

Hervidas y después glaseadas en una cacerola de fondo grueso, con mantequilla y quizás un poco de azúcar para realzar su dulzor natural, son una de las guarniciones preferidas de la alta cocina,

Cuando las zanahorias tiernas se hierven sin pelar y después se escurren y se frotan con una toalla, la piel se desprende fácilmente sin que pierdan la cubierta interior, lisa y transparente, con lo cual conservan también las vitaminas.

Las zanahorias maduras son ingrediente fundamental de los suculentos platos de invierno.

Acompañan a la carne de buey hervida y a ellas —en unión de las cebollas, el apio y los puerros— deben su sabor los buenos caldos reconfortantes; pero tampoco hay que poner demasiadas, porque el caldo saldrá tan dulce como para que los comensales se pregunten si le habrán puesto azúcar.

Se usan también para hacer el potaje Crécy, una excelente sopa de zanahorias.

Las robustas y brillantes zanahorias, casi traslúcidas y de tamaño uniforme, que se suelen encontrar en los supermercados se cultivan más bien pensando en la conveniencia del vendedor que del comprador, porque resisten bien el transporte.

Aunque son de sabor un tanto incierto, son deliciosas para comer crudas, y pueden dar, solas, un plato muy agradable, ya sea cortadas en rodajas y hervidas en agua, para después servirlas con perejil picado, o bien servidas simplemente con mantequilla y perejil.

Su principal ventaja estriba en que se mantienen crujientes incluso con la cocción.