Ortiga

Libro de cocina
[Gastronomía]


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En los países septentrionales solía ser muy apreciada, pero actualmente la mayoría de las personas la desdeñan por su pungencia (que desaparece por completo cuando está cocida). En Escandinavia, sus hojas se cocían como las de la espinaca, y las fibras de los tallos se usaban para hilar, lo mismo que el lino.

(Esto explica, sin que por eso la historia sea menos triste, la tarea de la muchacha que en el cuento de hadas tenía que coser camisas de ortiga para sus siete hermanos, para deshacer el ensalmo que los había convertido en cisnes.) En Irlanda se cocían las ortigas con avena, en caldo, pero es de imaginar que el haggis de ortigas irlandés —un puré de ortigas, puerros, col, tocino y harina de avena no habría sido aceptado por un escocés.

Los italianos siguen comiendo sopa o puré de ortigas en la primavera, porque se supone que es un excelente depurativo de la sangre.

Las ortigas se deben recoger cuando aún no están más altas que el largo de un dedo, porque después se ponen amargas y duras.

Hay que acordarse de usar guantes y de cortar las puntas con tijeras.