Tisanas

Libro de cocina
[Gastronomía]


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Eclipsadas durante mucho tiempo por el té, las tisanas están volviendo por sus fueros a medida que la gente se da cuenta de que, además de ser refrescantes en verano, y en invierno un fragante recordatorio de los días soleados, también pueden ser calmantes y benéficas.

En la actualidad, las tisanas y mezclas de hierbas se venden ya sea en paquete con instrucciones, en los omnipresentes saquitos o sueltas, y en los herbolarios cuyos dueños pueden aconsejar al cliente sobre la forma de usarlas.

Los ingredientes se pueden también recoger en el jardín, siempre que uno se atenga a las plantas absolutamente seguras y bien conocidas.

Las flores, hojas, raíces o semillas se pueden usar entonces frescas o hacerlas secar suavemente, lejos del sol, para usarlas después.

La mayoría de las tisanas de hierbas, flores y hojas secas se preparan en infusión —como el té— en un recipiente de cerámica o acero inoxidable (jamás de aluminio ni de hierro). Se mide aproximadamente una cucharadita de hierba por taza de agua, se le vierte agua hirviendo como para hacer té, se tapa y se deja reposar no más de cinco minutos, lo suficiente para extraer la fragancia de la tisana, pero no lo bastante como para que se ponga amarga.

Una vez colada, si se desea, se puede agregar limón o miel.

Las tisanas que se hacen con semillas, raíces o cortezas se preparan por decocción.

Se calculan dos cucharadas de semillas por cada 6 dl de agua, se hace hervir, se tapa y se deja hervir muy lentamente durante unos 15 minutos.

Se cuela pasando la decocción a una tetera, se cubre y se la deja reposar unos minutos.