Camarones, langostinos y gambas

Libro de cocina
[Gastronomía]


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En la familia de las gambas existen tantas especies que en Europa a cualquier miembro de ellas que mida más de 5-7 cm de largo se lo llama langostino, y son los españoles, franceses e italianos, más minuciosos, quienes les conceden la distinción de nombres diferentes.

La gamba o la gamba rosada, por ejemplo, son grandes, y de sabor muy intenso, tienen un color rojo oscuro con una mancha violeta que se ve a través del caparazón transparente de la cabeza; una vez cocidas adquieren un color rosado brillante.

El delicioso camarón es excelente hervido y frío, acompañado con pan moreno, mantequilla y zumo de limón, o bien con mayonesa o en ensalada.

También son deliciosos los langostinos de aguas frías de carne firme y sabor fresco.

A veces se hierven en agua de mar, todavía a bordo, mientras se van pescando, lo cual les da un leve sabor dulzon.

Son los que más frecuentemente se venden congelados.

Recién pescadas y hervidas, las quisquillas son dificiles de pelar por ser tan pequeñas, pero tal vez sea este engorroso trabajo, grato de hacer en compañía, lo que hace tan valiosa la recompensa.

Mucho mas delicadas que sus parientes de mayor tamaño, las quisquillas son deliciosas con limón, pan moreno y mantequilla, o —si estaban en conserva— servidas con limón y tostadas calientes.

Las quisquillas pequeñas se usan para sandwiches abiertos y canapes, y también forman parte de ensaladas y cócteles de mariscos.

Guía para la compra: las gambas y langostinos frescos deben ser resistentes y elásticos, de caparazón brillante y crujiente; se han de rechazar si están blandos o tienen olor a amoníaco.

Cuando se compran pelados y congelados hay que asegurarse de que estén realmente congelados, ya que es posible que los que se encuentran descongelados en bandejas, en el mercado, hayan andado dando vueltas durante algún tiempo, y los alimentos descongelados se echan a perder mucho más rápidamente que los frescos.

Los mejores métodos de cocción: los frescos se echan en una gran olla con agua de mar o agua salada hirviendo y se cuecen lentamente durante uno o dos minutos, según el tamaño; no los recuezas, porque pierden su textura delicada y se endurecen.

Recocinar las gambas o langostinos los endurece, de modo que si se los usa en platos calientes se calentarán lentamente durante el tiempo más corto posible.

Se pueden pelar y limpiar antes o después de cocerlos.

Cuanto más grandes sean los ejemplares, tanto mejor se prestan para hacerlos a la parrilla, freírlos en abundante aceite o asarlos sobre brasas.