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Las conchas oscuras de estos caracolitos son lo bastante pequeñas corno para que resulten aceptables, de una manera que no siempre lo son los caracoles más grandes.
En Inglaterra se comen con pan y mantequilla, acompañándolos con té, y también son un bocado sabroso en los muelles, junto al mar, donde se sirven con vinagre.
En Francia es fácil que en las cervecerías alsacianas le ofrezcan a uno un plato de ellos con un vaso de kir —licor de casis y vino blanco— mientras espera sus pies de cerdo con chucrut o su porción de foie-gras. Sean cuales sean las circunstancias, es indispensable un alfiler o una broqueta bien larga para sacar los caracolillos de sus conchas.
Para cocinarlos, los bígaros se hierven durante unos 10 minutos en agua salada.
Se come sólo la primera parte del cuerpo; la segunda es fácil de separar.