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Es una delicada mezcla de las hierbas más tiernas —perejil, perifollo, cebollino y a veces estragón— picadas muy finas.
La alquimia de esta mezcla tiene un centenar de usos, desde aromatizar huevos escalfados hasta condimentar lenguado o cualquier otro pescado delicado acompañado con una salsa de crema y vino blanco.
Las finas hierbas también son deliciosas con mantequilla derretida y un chorrito de zumo de limón, rociado sobre pollo asado, a la parrila o frito, o sobre escalopas de ternera.
Integran la salsa tártara y la bearnesa y se pueden incorporar a una mayonesa para hacer una salsa excelente para acompañar camarones, langostinos y, naturalmente, huevos duros; en este caso, la mayonesa debe quedar verde por la cantidad de hierbas.