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Después de haber sacado la grasa para la elaboración de manteca de primera calidad, se separa una delgadísima membrana de grasa que rodea el estómago y de la que se hace la deliciosa y delicada grasa de telilla, que —con su apariencia parecida al encaje— se vende en grandes superficies blancas en las tocinerías.
Es necesario remojarla en agua caliente para que se ablande y se ponga flexible, y entonces se puede usar para envolver embutidos y carnes picadas, como en la chacinería francesa.
En la cocina china la grasa de telilla se usa para envolver las aves antes de freírlas u hornearlas.
La grasa proporciona el jugo y la humedad necesarios y desaparece durante la cocción, dejando una deliciosa costra de color marrón dorado.