Cerezas ácidas

Libro de cocina
[Gastronomía]


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Si cuando se trata de cerezas, usar la palabra «dulce» suele ser un exceso de optimismo, decir que son ácidas es casi quedarse corto.

Las guindas ácidas, jugosas, oscuras y de tallo corto, son tan ácidas que comerlas es casi imposible.

Son cerezas pequeñas, redondas, y de un rojo tan oscuro que casi llega al negro.

La famosa tarta de cerezas de la Selva Negra, llamada schwarzwãlder Kirschtorte, se hace con guindas ácidas de la región de la Selva Negra, y con Kirschwasser, la versión local del cherry brandy (brandy de cerezas). Las cerezas de variedades amarelle, como las Montmorency, de color más brillante y zumo pálido y transparente, son tan ácidas que por lo general no se comen crudas.

Con las cerezas ácidas se hacen traslúcidas jaleas, se convierten en pickle para comer con carne de caza, cerdo y aves de corral, y se preparan con ellas licores y brandy de cerezas.

El pato Montmorency, que ya es casi un lugar común, lleva cerezas en su salsa de vino, pero no tienen que ser necesariamente las cerezas ácidas francesas de Montmorency; cualquier cereza roja ácida le irá bien.

Las cerezas flameadas con una salsa de brandy y vertidas sobre un helado de vainilla son cerezas jubileo.

Las guindas ácidas se suelen conservar en almibar y son excelentes para tartas y pasteles.