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(Juniperus communis) El aroma de las bayas de enebro, familiar a los bebedores de ginebra, y especialmente a quienes beben ginebra holandesa, tiene una aspereza extraña, parecida a la trementina.
Las bayas, duras y de un color púrpura azulado, crecen sobre un arbusto de hoja perenne, bonito pero espinoso, y necesitan dos años para madurar, de manera que las verdes y las maduras aparecen juntas.
Recogerlas es engorroso, pero vale la pena, porque en combinación con caza, col lombarda, chuletas de cerdo fritas, conejo o buey guisado dan un sabor de fondo delicioso, sombrío y aromático.
Son buenas para los patés a base de cerdo, en marinadas para carne de caza y para aromatizar rellenos de aves de caza.