El gallo salvaje

Libro de cocina
[Gastronomía]


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Es el más grande de la familia.

Mide casi 90 cm de largo, pesa de 3 a 4,5 kg y tiene un plumaje espectacular, verde, negro, rojo y blanco.

Es un ave septentrional, que, debido a su costumbre de comer los brotes tiernos de los pinos pequeños, tiene un sabor a trementina poco agradable.

Las antiguas recetas inglesas sugieren que para quitarle este sabor se ha de remojar en leche o vinagre, o bien dejarlo 24 horas enterrado.

Un buen método para mejorar un gallo salvaje macho es rellenarlo con patatas crudas, que después de la cocción se desechan.

En Escandinavia, la crema de leche de desempeña un papel importante en el proceso de cocción.

En Dinamarca se asa en una fuente para hornear con tapa, rompiendo si es necesario el hueso de la pechuga para que la tapa cierre bien.

Hacia el final de un prolongado tiempo de cocción se deja que el ave se dore y se sirve en su propia salsa, con una buena jalea de arándanos, pepinillos y patatas.

En Noruega se hecha por encima de la pieza ya trinchada, asada de la manera habitual, una salsa hecha con crema y queso.