Cómo cocinar el pato

Libro de cocina
[Gastronomía]


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Antes de asarlo, es mejor pinchar la piel en los lugares grasos, para que parte de la grasa subcutánea que aísla al ave del agua fría (aunque jamás en su vida haya tenido ocasión de nadar) pueda salir durante la cocción.

Es una grasa estupenda para comer, salándola y untándola sobre pan, y muy buena también para freír patatas.

Para que la piel quede crujiente, el pato se ha de asar sobre una rejilla.

Lo mismo que el pollo, el pato se prepara y se come de mil maneras.

Los chinos que llevan más de dos mil años criando patos, tienen miles de platos deliciosos hechos con crujientes partes de pato acompañadas de diversas verduras fritas.

También preparan los patos fritos en abundante aceite, tras haberlos cocido al vapor para quitarles la grasa; así preparados se llaman patos laqueados, presentan un reluciente color rojo caoba y son tan tiernos que la carne se deshace sólo con tocarla.

A los chinos les gusta incluso masticar los huesos, que quedan muy quebradizos, y dicen que su textura crujiente es el principal atractivo de estos patos brillantemente glaseados, que suelen verse colgados en los escaparates de los restaurantes chinos.

Los daneses y los suecos hierven el pato con hierbas aromáticas.

Los daneses los presentan con mostaza y pan integral de centeno, en tanto que los suecos realzan el pato hervido con una cremosa salsa de raiforte.

Los condimentos clásicos para el pato incluyen las naranjas, tanto dulces como amargas, los nabos y las cebollas, todos muy adecuados para neutralizar una carne de sabor un tanto fuerte.

Otros acompañamientos clásicos son los guisantes tiernos, las cerezas guindas, las aceitunas verdes, el vino tinto y el vermut.

Las invenciones más recientes incluyen el pato con lima y el pato con manzanas, nueces y ciruelas.