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Son infinitamente superiores a los más grandes, y de sabor más interesante y delicado.
Su preparación apenas exige algún trabajo: basta con lavarlos y después dejar enteros los muy pequeños, y los otros cortarlos en rodajas o bien, a lo largo, por la mitad o a cuartos.
Con unos pocos minutos de hervor, cocción al vapor o fritura, condimentándolos con hierbas como albahaca o perejil, con un chorrito de crema o con mantequilla o aceite de oliva, se obtendrá un excelente plato de verduras, que hay que intentar no dejar esperando, porque los calabacines seguirán ablandándose aunque ya hayan sido retirados del fuego.
Son excelentes fritos en aceite, pasados o no por pasta para freír, también se suelen rellenar y freír, previamente pasados por pasta, las grandes flores amarillas de la planta.
Los calabacines forman parte del fritto misto italiano, que puede incluir también manzanas, corazones de alcachofas, berenjenas, sesos o ternera cortada en tiritas, tal como se corta el buey para el buey Stroganoff.