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Por lo común de color cremoso, aunque tienen también tonos amarillos y verdes, son de sabor bastante parecido a los calabacines.
Son mejores cuando alcanzan unos 10 cm de diámetro, momento en que tienen la piel blanda y la pulpa tierna, y no es necesario cortarlos en rodajas y estropear su forma de vieiras.
Simplemente se hierven, se les corta una tapa y se les retiran las semillas para después llenar el hueco con mantequilla derretida y comerlos con una cuchara.