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Es una buena idea procurar comprarlas de tamaño similar y elegirlas más bien pequeñas, porque una vez cortadas no se conservan bien.
Para no llorar mientras se pela cebolla, hágalo bajo el agua del grifo.
También se dice que es bueno sostener un trozo de pan entre los dientes.
Si se hace con eficiencia, cortar una cebolla en dados puede ser una tarea bien rápida.
Pele la cebolla sin cortarle el extremo de la raíz.
Córtela por la mitad, atravesando la raíz, y apoye sobre la mesa la media cebolla, con el lado cortado hacia abajo.
Sin dejar que las tiras se separen, se va cortando transversalmente en tiras y después, sujetando la media cebolla, se hacen cortes longitudinales, en ángulo recto con los primeros, al quitar el extremo de la raíz la cebolla quedará cortada en dados.
Una vez picada, se suele rehogar en alguna grasa caliente, lo cual significa dejar que se ponga transparente sin tomar color, o bien se fríe hasta que adquiere un color dorado, y su sabor y aroma característicos, para incorporarla entonces al plato que se prepara.
Las cebollas de bulbo se pueden comprar en los más diversos tamaños, desde las pequeñas que parecen bolitas hasta las de color cobrizo y del tamaño de un pomelo, y también en formas varias: ovales, redondas, esbeltas y chatas.
Todas terminan en la parte superior en un pico, como los domos del Krenrlin, que precisamente deben su forma a que la cebolla, con sus múltiples capas —«cielos dentro de otros cielos»— era considerada como símbolo de eternidad en su Asia natal y en otras partes.