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El voraz lucio es muy apuesto a su manera, especialmente los ejemplares más jóvenes, que tienen marcas negras sobre un fondo de color marrón dorado o plateado verdoso.
Un lucio adulto puede pesar más de 18 kg y es de carne blanca y firme.
El que se encuentra en la zona central del norte y noreste de los Estados Unidos, puede ser aun mas grande, pero el lucio pequeño de los estados del este y del sur es mucho más pequeño: pesa, por lo comun, alrededor de 2,5 kg.
En Francia, el lucio pequeño es muy apreciado, y las quenefas de lucio, tan ligeras, servidas con una salsa de vino blanco, son un plato clasico.
Existen muchas teorías respecto de la coccion del lucio: que hay que desangrarlo para quitarle el sabor áspero y silvestre; que hay que llenarle la garganta con mucha sal y dejarlo colgado durante la noche para que se le disuelvàn las espinas; que no hay que lavarlo porque la sustancia natural limosa que tiene lo conserva tierno.
De todas maneras, un lucio de tamaño mediano sale perfectamente bien si se cocina sin ninguno de esos refinamientos.
Basta con escamarlo antes de la coccion, para lo cual se le vierte un poco de agua hirviendo.
Hay que tener cuidado con las espinas al comerlo, porque son traicioneras y abundantisimas, y no comer jamás las huevas, que en algunos casos pueden ser venenosas.
Guía para la compra: es mejor en otoño y a comienzos de invierno.
Cuando se compra lucio, es mejor elegir los más pequeños y comprarlos enteros.
Los grandes se cortan generalmente en rodajas.
Los mejores métodos de cocción: como es un pescado que tiende a estar seco, y los ejemplares más grandes pueden ser también duros, conviene marinar los trozos antes de freírlos y asarlos a la parrilla.
Los pequeños se pueden escalfar y acompañar con mantequilla blanca, mantequilla derretida, salsa de perejil o salsa de alcaparras.
La mejor forma de prepararlo es en quenefas.
En Escandinavia, al lucio se hierve y se lo come con raiforte.