Tiempo aproximado de lectura (en minutos): 2
En términos estrictos, la fruta cristalizada es una fruta confitada con un revestimiento de azúcar granulado.
El glaseado es el revestimiento brillante de almíbar que se encuentra, por ejemplo, en las cerezas, anillos de piña y frutas confitadas enteras, tales como naranjas, clementinas e higos.
Sin embargo, son términos que se usan casi indistintamente.
La angélica, que se usa para la decoración en repostería, es muy fácil de confitar en casa.
Quien tenga la planta en su jardín debe recoger los tallos a mediados del verano.
Después de blanquearlos y pelarlos se hierve la parte interior, con unas hojas de parra para que conserve el color, en un almíbar hecho con 1,5 dl de agua y 225 g de azúcar.
Cuando los tallos estén blandos y transparentes se dejarán enfriar y, después de haber permanecido durante dos semanas en el almibar, se secarán en horno muy lento.
El mismo sistema sirve para cualquier fruta pequeña, o para trocitos de frutas más grandes.
Para cristalizar violetas, prímulas o pétalos de rosa se necesita tener mano ligera.
Primero se prepara el almíbar con azúcar y agua, dejándolo hervir hasta que se endurezca al dejar caer una gota en agua fría.
Se retira del fuego, se van dejando caer dentro los pétalos o las flores durante un minuto (con las violetas se puede ir sumergiendo un ramillete pequeño por vez) y se dejan secar en un colador, espolvoreándolos con más azúcar.
Después de tamizar el azúcar sobrante, se esparcen las flores sobre cremas o budines blancos o se usan para decorar la mousse de chocolate u otros postres.