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Si en Italia se entra en una charcutería a comprar prosciutto, le preguntarán si lo quiere cocido o crudo, pero en los demás países, por prosciutto se entiende jamón crudo, y el mejor viene de Parma.
El jamón de Parma es ligeramente salado y se ha curado al aire durante muchos meses.
Una corona estampada sobre la corteza dorada asegura que el jamon es auténtico, producto de los cerdos locales.
Hay miles de jamones que son enviados a curar a Parma desde toda Italia, pero son menos delicados y no llevan el mencionado sello de calidad.
El jamón de Parma se come cortado en rodajas casi transparentes, con melón, higos frescos, o simplemente con mantequilla.